Aquí vivió el verdadero Drácula

A Vlad III Príncipe de Valaquia, igual que a su padre, lo llamaban Drácula por pertenecer a la Orden del Dragón, una orden militar de caballeros destinada a proteger la Cristiandad de la amenaza de los turcos otomanos.


Vlad era el heredero al trono de Valaquia, hoy parte de Rumania, pero fue desprovisto de su reino por parte de los boyardos, aristócratas eslavos, que asesinaron a su padre para controlar la región. La primera mitad de su vida Vlad la dedicó a recuperar su tierra natal, en sucesivos y violentos combates con los que logró retomar pasajeramente el mando en dos ocasiones. Durante la segunda, sin embargo, sucedió la famosa toma de Constantinopla por parte de los turcos, y el Papa llamó a una nueva cruzada contra los infieles. Entre los pocos mandatarios europeos que hicieron caso al llamado estaba Vlad, quien tenía un viejo odio por los turcos y dedicó todos sus recursos a desterrarlos de Rumania.


Bran castle-Vlad Tepes


Pero el imperio Otomano era ya de unas dimensiones gigantescas, y su mandamás, el Sultán Mehmet II, comandaba ejércitos de cientos de miles de soldados. Para compensar tal ventaja, Vlad luchó con armas más psicológicas que militares, torturando y asesinando turcos indistintamente y minando las regiones conquistadas con los cadáveres empalados de las víctimas. En una ocasión, los ejércitos del Sultán, bastante mayores en número que los de Vlad, se vieron obligados a dar media vuelta en los bosques de los Cárpatos al presenciar el macabro espectáculo de cerca de 40.000 cuerpos pendientes de las puntas de altas estacas clavadas en el suelo. Desde entonces la fama de Vlad cambió, y la gente empezó a llamarlo Vlad Tepes, que en rumano quiere decir Vlad el Empalador. Su leyenda empezó a ennegrecerse y continuó haciéndolo más allá del día de su muerte, que ocurrió durante un combate contra los turcos cerca de Bucarest en 1476.


Las historias de su crueldad, que empezaron como propaganda difamatoria por parte de algunos reyes europeos interesados en desmentir sus lazos con el Empalador ante el creciente poder del Imperio Otomano, se fueron convirtiendo poco a poco en literatura popular, en una tradición que llega hasta el siglo XIX, en que aparece en la afamada novela de Bram Stoker, hecho vampiro, bajo el nombre del Conde Drácula.


Bran castle-Vlad Tepes






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